El Diario de la Reina de los Vampiros
¡Página Incompleta! Capitulo 4, Segunda Parte
-Somos vampiros-
Abrí los ojos de sorpresa, y la frase aún me resuena en la cabeza como avispas molestas. ¿Yo? ¿Un vampiro? ¿Desde cuándo? ¿Desde cuándo yo lo era? ¿Desde cuándo ellos lo eran? No, no lo puedo ser, eso es mentira, aun no lo creo, es imposible.
-¡¿QUÉ?!- pregunté tan sorprendida que la pregunta apenas y sale de mis labios. Vi como Marshall bajó la cabeza y apretó sus puños y dientes. ¿Él lo sabía?
-Es lo que somos querida- dijo mi padre- Quería hacer esto más simple, pero ya no tengo tiempo y ya no tengo opciones- dijo tomándome de las manos.- Ven querida. Será mejor que te sientes- dijo, tratando de guiarme al sofá de nuevo, pero yo quité mis manos bruscamente.
-Es mentira…- dije sin creerlo aun- Eso es mentira ¡No puede ser cierto!-
-Marceline…- susurró mi mamá, levantándose.
-¡No! ¡No puedo ni voy a creerlo!- grité- Si es así ¿Por qué sigo creciendo cada año? ¿Por qué no tengo sed de sangre? ¿Por qué no tengo dos colmillos? ¿Por qué puedo exponerme al sol sin que me haga daño? ¿Por qué no soy intolerante al ajo? Y lo más importante ¿Por qué no tengo la mordedura?-
Sé que parece extraño, pero con todo lo que he leído de vampiros sé cuáles son sus características. Nunca he visto uno, pero mamá decía cuando era pequeña que era porque no podían exponerse a la luz del sol, sin embargo y aunque la gente los había satanizado, no eran malos, pero si rara los de su especie por ser poderosa.
-Veras Marceline, los vampiros no son lo que la gente dice, y menos tú y Marshall, porque no son vampiros comunes y corrientes. Preguntabas por qué no tenías las características, y esta es la respuesta: Aún no son vampiros completos-
-¿Y ahora de que rayos estás hablando?- pregunté, aún más incrédula.
-Mira Marceline, el conde Bonestier y yo somos vampiros, eso explica el color rojo de nuestros ojos, pero tu madre y la madre de Marshall son humanas. La probabilidad de que el hijo de un vampiro y un humano sean un vampiro o un humano es la misma que la probabilidad de que sea niño o niña, en su caso nacieron como humanos, es por eso que ahora deben convertirse en vampiros.- explicó papá.
-Aja… ¿Y qué van a hacer? ¿Comernos?- pregunté de nuevo, extendiendo los brazos.
-No. Es diferente la transformación. Cuando un humano se vuelve un vampiro, el que muerde debe inyectar su veneno en la sangre, pero como ustedes ya lo traen, así que solo será necesario morder- explicó papá- Pronto tendrás que convertirte en vampiro, igual que Marshall, pero su transformación está destinada durante la guerra y…-
-¡Olvídalo!- dije, molesta- Si crees que voy a dejar que me muerdas para llevar a cabo tus mentiras, no cuentes conmigo-
-Pero es necesario, Marceline-
-Sí, igual que es necesario casarme con él- dije señalando a Marshall.
-En realidad…hay más que eso- dijo el padre de Marshall, enojada incluso con él me volteé y le encaré también, molesta.
-Oh vamos, ¿Qué otra cosa podría haber?- pregunté.
-Resulta que no eres una simple vampira…- contestó su padre- Tu padre es…el Rey de los Vampiros-
Volví a ampliar los ojos, pero luego reí sin gracia.
-No jueguen…- dije, sin aire- Mi papá no puede ser el Rey de los Vampiros, porque entonces a yo sería…-
-Exacto- dijo mi padre- Tú eres la Princesa de los Vampiros-
De repente sentí como todo el suelo se me movía y me mareé ¿Qué yo era quién?
De un segundo a otro sentí como Marshall me sostenía, como si fuera a caerme o a perder la conciencia, supe entonces que quedarme de pie había sido una mala idea.
-¡Wow! Mejor siéntate antes de que te desmayes- me dijo, mientras me guiaba al sillón, sin embargo yo no podía dejar de mirar a papá como si fuera un completo extraño.
-No…no puede ser…- dije, entonces puse mis codos en mis rodillas y tomé mi cabeza entre mis manos. Era oficial, estaba a punto de enloquecer.
-Sí, hija.- oí como papá decía- No quería decírtelo así, la mayoría de los vampiros como ustedes toman la decisión y se transforman a los veintiuno, pero esta vez no se va a poder hacerlo así- dijo papá.
-¿Por qué no?- solté, y lo miré.
-Porque ya se viene la guerra y además hay una profecía, que dice que después de esta guerra quedará una Reina de los Vampiros- explicó papá
-¿Y crees que soy yo?- pregunté, sin creerlo.
-Pues no ha nacido otra vampiresa en la familia, y si vas a llegar al trono debes hacerlo bien, por eso, como la tradición te lo pide, debes casarte con Marshall Lee-
Me rasqué la nuca y lo miré de nuevo, esta vez casi suplicándole
-Dime la verdad, papá, ¿Qué somos Marshall y yo?- pregunté. Papá suspiró y me miró, luego lo vio a él y luego bajo la cabeza apenado.
-Es tu primo, porque el conde y yo somos hermanos- dijo.
Me abrumó la realidad de sus palabras y volteé a ver al chico que se hallaba a mi lado. No me miraba, evitaba mis ojos a toda costa. Más que sorprendida, asustada y preocupada, estaba confundida.
-Pero…si Marshall y yo somos primos… ¿Por qué debemos casarnos?- pregunté, de nuevo.
-Porque esa es la tradición en los vampiros. Una vez que te cases con él y que pase la guerra serás la Reina de los Vampiros más joven, eso es lo que dicta la profecía. Casar a dos "vampiros dormidos" es lo que se debe hacer, incluso si eligen no serlo- explicó papá.
-¿Por qué ahora?- pregunté.
-Ya te lo dije Marceline, porque se viene una guerra, y los vampiros, como todas las criaturas de Ooo deberán pelear por lo que es de ellos. Seamos sinceros, los que caerán son los humanos. No tienen nada salvo su valor, y que se lo queden ellos- dijo mi papá, sonando frio e indiferente.
Un miedo como pocos me invadió, y mecánicamente volteé a ver a mamá.
-Entonces, eso significa que mamá…-
Supo lo que estaba pensando, porque me sonrió con tristeza y se encogió de hombros. La idea hizo que me estremeciera, que fuera peor que todo. Incluso de ser de un día para otro la Princesa y Futura Reina de los Vampiros. Si la raza humana iba a desaparecer, que era lo que mis padres y todos estaban diciendo por eso debía hacerme vampiro, igual que Marshall…pero yo quería más a los humanos. A mamá, a Katherine, mis amigos, Jake…y Finn.
-No, no, no, no, no, no, no…- dije frenéticamente ante la idea de perder a mamá y a todos los demás…y a Finn.- No, no voy a permitirlo ¡Yo no pelearé del lado contrario!-
-¡Tendrás que hacerlo y se acabó!- soltó mi padre a hora molesto. Me levanté enojada del sofá y el me copió.
-¡No puedes negar lo que eres!-
-No…tienes razón ¡Eso es lo que todos ustedes quieren que sea!- increpé- ¡Toda la vida me has dicho que hacer y qué no hacer! ¡Estoy harta de eso! ¡Ni siquiera me preguntaste cuando arreglaste el compromiso, y da gracias a Dios que este tipo no es tan insoportable como pensé!-
-¡Cálmate, Marceline!- me gritó papá.
-¡Ni me pidas eso!- grité, furiosa- ¡Todo el tiempo trató de complacerte a ti y a mamá! ¡Pero ya no será así! ¡Y grábatelo bien de una vez: YO NO VOY A COLABORAR EN LA GUERRA CONTRA LOS HUMANOS, NO ME VOLVERÉ REINA Y NO ME VOLVERÉ VAMPIRO OÍSTE!-
Entonces salí corriendo hacia mi cuarto.
-¡Marceline!- oí que Marshall me trataba de detener, pero lo ignoré, lo hice con todos y me encerré en mi habitación con llave y todo.
No estoy segura de por qué papá o mamá me ocultaron durante todo este tiempo lo que en realidad era. Fácilmente puedo llegar a ignorarlo, pero el color de los ojos de papá y el conde son más que vívidos.
No seré la Reina de los Vampiros y no pienso transformarme en uno, pero le creo a papá sobre los vampiros y la tradición de casarse con su propia familia, en el caso de Marshall y el mío…porque eso solo lo hacen…los monstruos. Pero de una cosa si estoy segura, la guerra no es juego y los humanos caerán primero, sobre todo los pobres.
Mañana le diré todo a Finn y a Jake, debo advertirles y a todos los humanos que pueda. La guerra se acerca, y sin importar que piense él de mí después de que sepa quién soy…debo decirle porque lo amo y por su seguridad.
Desobedeceré a papá ya todos, pero sé que Marshall también esta desacuerdo, porque esa tal Fionna también es humana del todo. Estoy un poco enojada con él por no decirme nada, pero debemos unirnos contra algo más allá de nuestro matrimonio.
Mañana le diré sin importar nada Marshall Lee y también iré al cultivo de calabazas. Eso sin duda."
Cuando Finn y Jake terminaron de leer ese día, estaban boquiabiertos.
-No…no puede ser- murmuró Finn.
-No sabía que Marceline no quería ser la Reina de los Vampiros al principio- dijo Jake.
-Oye Jake, ¿Se refiere a la Guerra de los Champiñones?- preguntó Finn.
-Eso creo, y a como lo veo tiene cierto sentido…lo que no me acuerdo es si los vampiros terminaron por luchar del lado de los humanos- dijo Jake, rascándose la nuca.
-Pero entonces ¿Qué hay de mí? Si los humanos desaparecieron antes de que yo naciera- dijo Finn, confundido.
-Aun no lo sé, y ya me hice más bolas con eso de que nuestros nombres están en este cuaderno- respondió Jake, tomando su cabeza entre sus manos.
Finn se detuvo a pensar. Cierto, ya había oído algo acerca de que los humanos desaparecieron después de la Guerra de los Champiñones, pero jamás pensó que fuera cerca de 1900, y menos tantos años antes de él.
Ya no vería más a Marceline solo como La Reina Vampiro, no, ya tendría la visión más profunda de ella.
No supo si sería bueno o malo, porque…su pasado en ese momento parecía tan confuso, incluso para él. No se imaginaba el dolor que le provocó a Marceline aquello.
Primero la terrible tensión contra sus padres, luego un compromiso acordado, aun sabiendo que alguien la amaba de verdad y ella a él (y vaya que era a él), luego recibir la noticia de perder a sus seres queridos, la confusión de moverse como lo que era o lo que era correcto. No sabía que opción había elegido, pero la que fuera…debió dolerle demasiado. Tal vez esa era la razón por la cual Marceline no era tan pretenciosa ni actuaba como la realeza. Porque toda su vida fue humilde, queriendo solo un poco de aventura y libertad…igual que él.
Sus respuestas estaban ahí. Así que de nuevo bajo su vista al diario y leyó con Jake:
"7 de Diciembre, 1900…
Querido Diario:
Hoy le avisé a Finn lo que pasaba. Marshall me ayudó y accedió, parecía triste cuando accedió, pero me dijo que incluso él sabía que no era correcto, por eso y por el bien de su querida Fionna decidimos a hacerlo. Esa tal Fionna sí que lo inspira, me gustaría conocerla algún día.
Cuando le dije a Finn lo que era me abrazó, me dijo que era muy valiente y que me quería, bueno las cosas resultarían mejor para mí, pero debíamos avisarles a todos, y eso hicimos, con la ayuda de Jake, avisamos a todos los que pudimos.
Finn y Marshall se conocieron, pensé que la reacción de ambos sería diferente al conocerse, pero esos dos terminaron por llevarse muy bien, así que tuvimos que avisar a todos los que pudimos, incluso Marshall quería avisar a Fionna, pero mis padres me buscaron como locos todo el día, igual a él y tuvimos que escondernos…"
-¿Pero qué…?- soltaron los dos sorprendidos, al ver que la página estaba incompleta. Y era cierto, después de ese párrafo ya no había nada en esa hoja, salvo unas manchas rojas.
-¿Qué pasó?- soltó Finn sorprendido y dándole la vuelta a la hoja, pero no había nada más escrito ahí- ¿Por qué está incompleta?-
-¿No hay nada más?- preguntó Jake sorprendido. Finn dio la vuelta a varias hojas más y casi a la mitad del diario de nuevo comenzaban los escritos:
1957…
-¿¡Pero qué es esto!?- soltó Finn con vos chillona- ¡Esto ya no tiene ni pies ni cabeza!- dijo molesto y volviéndose a la página donde se habían quedado.
-¡Debe haber más Finn!- dijo Jake.
-¡No, no, no, no, no! ¡No puede ser! ¡Debe haber algo más! ¡Algo!- dijo Finn, moviendo el diario frenéticamente.
-No, no. No pierdas la cordura, viejo. Es por obvio que debe haber más- dijo Jake.
-¡Pero Jake! ¡Aquí no hay nada más que manchas de tinta roja!- soltó Finn, al borde de los nervios.
-Haber, déjame ver- dijo Jake tomando el diario de sus manos. Entonces le llegó un olor extraño de esa hoja. Se la pegó a su nariz y el olfateo con más fuerza, entonces abrió los ojos horrorizado.- Hermano, esto no es tinta-
-Entonces ¿Qué es?- preguntó Finn.
-Es sangre-
-You now that i´m a crazy bitch…- de repente se oyó una voz que tatareaba contenta desde afuera de la casa, pero ellos supieron quién era al instante.
Jake se estiró hasta la ventana y soltó un grito ahogado.
-¡¡Es Marceline!!-
-¿Qué?- soltó Finn, asustado ahora. Metió la foto y cerró el diario de golpe.
-¡Rápido! Guarda el diario en lo que yo la distraigo- pidió Finn y corrió a la puerta, dejando su mochila en el suelo, pues esperaba un trabajo pesado.
-Si-
Abrió la puerta y se encontró con Marceline, quien arrastraba en el suelo una caja con dificultad.
-Hola Marceline- saludó Finn, haciéndose el disimulado.
-Hola Finn- contestó jadeante.
-Se ve pesado ¿Quieres que te ayude?- se ofreció Finn, aunque más que nada lo hacía por cubrir a Jake.
-Claro- respondió Marceline y Finn se agachó para ayudarla.
Mientras tanto, Jake estaba por guardar el diario, pero estaba indeciso. Le daba mala espina todo aquello y no sabía cuándo volverían a tener la oportunidad de saber la verdad sobre el pasado de muchas cosas.
Atente a las consecuencias y lleno de valor, tomó la mochila de Finn del suelo y lo guardó ahí dentro.
-Sé que me lo agradecerás algún día- murmuró, cerrando la mochila y aventándola de nuevo al sofá.
De repente Marceline y Finn entraron, empujando aún la caja. Una vez adentro, los chicos se enderezaron algo cansados.
-Gracias por ayudarme con el paquete, Finn- agradeció Marceline.
-Fue un placer- dijo Finn, aun nervioso y viendo de reojo a Jake. Luego la vampira volteó a ver al perro.
-Oh, hola Jake ¿Qué tal va todo? ¿Algo interesante en mi ausencia?-
-No, nada, nena - respondió Jake, igual de nervioso que Finn. Aunque sí que la habían pasado fisgoneando cosas demasiado intimas
-Bueno chicos, deben tener hambre. Iré a prepararles algo de cenar- dijo Marceline, flotando hacia la cocina.
-¿Cenar?- repitieron los dos al mismo tiempo.
-Si- dijo Marceline- Ya es de noche y no creo que hayan comido antes. Les preparare algo…-
-No, no, no- dijo Finn, fingiendo una sonrisa- No gracias, nosotros ya tenemos que irnos, nosotros tenemos…cosas importantes que hacer-
-Oh, ya veo. Bueno….gracias por cuidar la casa y…lamento haberles gritado en la tarde, es que estaba muy molesta, pero luego pensé en que mi viejo amplificador estaba ya muy viejo y mejor les agradezco de que me hicieron comprar uno nuevo- dijo Marceline, con una gran sonrisa.
-Sí, si…claro- respondió Jake, sobándose las patas frenéticamente.
Marceline los acompañó a la puerta y los despidió de nuevo.
-Bueno, gracias por todo- volvió a decir- Nos vemos luego-
-Si- respondieron los dos y comenzaron a andar.
De repente Marceline vio como Finn se detenía, lo miro algo dudosa, pero le sorprendió ver que regresaba de nuevo y que le saltaba, dándole un fuerte abrazo.
-¿Finn?- susurró sorprendida.
Pero el chico no la soltó, solo la siguió abrazando, sintiendo el poco calor que su cuerpo vampírico podía emanar. Marceline se sorprendió tanto que ni le correspondió, pero Finn no la culpo. Después de leer su diario debió ser algo muy remoto para ella revivir ese abrazo.
-Puedes contar con nosotros, Marceline- le susurró Finn al oído. Marceline se sorprendió un poco más y la hizo entrar en duda.
El muchacho se separó de ella y se escuchó a correr de nuevo, sintiendo su cuerpo como si acabara de recibir choques eléctricos.
-¡Nos vemos, Marceline!- le gritó ya estando alejado y agitando un brazo, pero dejando a una muy azorada y sorprendida Marceline, quien sentía su corazón latir aún a mil por hora.
-Hasta pronto, Finn…-
-Awww…pero que picaron te pusiste hoy, hombre- dijo Jake coquetamente, mirando como Finn sacaba sus cosas de la mochila ya en el asa del árbol después de otro buen día de aventuras.
-Oh, cállate- reprochó Finn- Lo hice porque después de leer todo lo duro que fue su vida me sentí mal por ella-
-¿No será que eso del otro Finn también te picó muy fuertemente?- dijo Jake, pícaramente y ganándose unas mejillas rojas por parte del humano.
-Eres un tonto…- dijo Finn.
-Sí, si…lo que digas…- dijo el perro dándole el avionazo y acostándose boca arriba en la cama del muchacho…de repente un grito ahogado lo hizo reincorporarse- Hey ¿Ahora qué te pasa?-
-¿¡QUE HACE ESTO AQUÍ!?- gritó Finn, sobresaltado y sosteniendo en sus manos el diario de Marceline, el cual debió haberse quedado en su casa, en su librero.
-Oh…yo lo metí- contesto Jake cínicamente.
-¿¡ESTAS LOCO!?¡Marceline nos matará!- le gritó.
-Tranquilo, compadre- dijo Jake tratando de calmarlo.
-¿¡Tranquilizarme!?¡No me pidas eso, perro! ¡Debemos entregárselo a Marcy!- dijo Finn decisivo y dirigiéndose de nuevo a la puerta, pero Jake se la bloqueó estirándose.
-Espera un momento, Finn. No seas necio y usa el cerebro un momento. Si se lo devuelves a Marceline sabrá que lo leímos y nos devorará como una araña a dos moscas-
-¡Pero esto es pasarse, Jake!- increpó Finn- No solo fisgoneamos algo que no debíamos, sino que también le robamos-
-Finn, no es una buena idea. Además nos está dando muchas pistas de lo que pasó con tu especie y con la de ella. Y no sabemos cómo terminó todo o como terminó su prometido ¡No sabemos nada! Y ahí amigo mío podría estar la pista con al cual empezar- dijo Jake.
Finn lo pensó un poco. No era correcto aquello, pero Jake tenía toda la razón, Ahí estaba el pasado de una de las personas que más quería, el pasado de Ooo y puede que incluso el suyo. Nunca supo nada de su familia, y hasta cierto punto no lo creía necesario, pues era feliz con Jake. Pero alguna vez había oído una frase muy cierta: ''Para saber a dónde irás debes saber de dónde vienes.''
Resignado nuevamente, caminó a su mochila y guardo el libro, la cerró y se la colgó.
-Y ahora ¿A dónde vas?- le preguntó Jake.
-Con la única persona que puede ayudarme- dijo Finn encaminándose de nuevo a la puerta, al ver que Jake de nuevo la desbloqueaba.
-¿Con quién?- preguntó Jake.
-Con la Dulce Princesa- contestó, sabiendo de sobra que ella le podía ayudar. Abrió la puerta y luego miro a Jake
- ¿Vienes?-
Les dejé con intriga? Bueno, asi viene en la historia real... quiero aclarar que la historia real es de DN164 y no mia ;)
El domingo pongo el capitulo numero 5 !!
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