domingo, 12 de enero de 2014

Diario de la reina de los vampiros Capitulo 6


El Diario de la Reina de los Vampiros
Capítulo 6: Azul celeste y Rojo Carmesí.



-Un gusto. Yo soy Marshall Lee-
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-¿¡QUEEEEEÉE!?- soltaron Finn y Jake al unísono cuando el chico se presentó, y casi se caen de espaldas.
Marshall amplio un poco los ojos cuando los chicos soltaron esto, y le extraño ver unas miradas llenas de sorpresa, miedo y admiración.
A Finn le costaba trabajo creer que alguien como Marceline fuera capaz de…dejar a ese chico por él. Le dio un escalofrío en la columna. No tenía oportunidad contra Marshall Lee, él era… era el muchacho más apuesto, genial y perfecto que había visto y solo bastaron dos minutos para mirarlo para que pensara "¡Por Dios, ese chico es genial".
El Rey Helado lo describió bien, y el diario de Marcy ni se diga. Ese chico era el que hacía suspirar a cualquier chica y que estas hagan o que él ordene, inclusive tal vez a La Dulce Princesa. Pero decidió no enfocarse en ese tema, tal vez lo comprobaría más tarde. Si había encontrado a Marshall ahí no era coincidencia ni mucho más ni mucho menos, eso era lo que a él le gustaba llamar "destino". Tenía toda una fuente de información ahí frente a sus ojos, bastaba para él. Era tiempo de escuchar el testimonio de Marshall Lee.
-¿¡D-de…de verdad tú eres Marshall Lee!- preguntó Jake, boquiabierto.
-Si- respondió el joven- ¿Por qué tanta sorpresa?-
-Es a ti a quien estábamos buscando- contestó Finn, Marshall lo miró sin entender.
-¿A si? ¿Y por qué?-
-¿Eres el primo de Marceline?- preguntó Finn directamente, Jake lo volteó a ver algo sorprendido de la repentina pregunta de Finn y se preguntó si era una buena idea, ya que ese asunto era muy delicado.
-Sí, lo soy- respondió el vampiro sin comprender y su rostro cambió para ser algo preocupado- ¿Pasa algo?-
Finn estuvo tentado a decirle que no, que le quemaba en la sangre la duda del pasado de su especie y el pasado de Marceline…incluso el pasado de él, pero prefirió solo limitarse a contestar:
-Necesitamos de tu ayuda-
Marshall lo miró aún sin comprender, pero notó cierta desesperación en la voz desafinada de Finn.
-Um…claro, lo haré- contestó, encogiéndose de hombros.- ¿En qué te puedo ayudar?-
-Comienza en decirnos qué haces en casa de este idiota- dijo Jake, señalando a Ash, quien al instante le gruñó.
-Oh, pues…he estado de vacaciones y mi querido amigo Ash me ofreció alojamiento por unos días, y….-
-¿Sabes qué?- interrumpió Ash- No me importa que tenga a una sanguijuela como tú atada a mi casa, pero no soportaré a estos dos, así que si van a hablar de asuntos que a mí ni me interesan ¡lárguense a otro lado!- soltó Ash, molesto.
Después de correrlos y de que Finn antes de irse le dio otra patada a Ash en la entrepierna junto con Jake, se dirigieron al único lugar completamente seguro de que Marceline no apareciera de repente: El Dulce Reino.
Podía sonar raro, pero La Dulce Princesa los recibió como si nada y hasta con hospitalidad y admiración hacia el vampiro. Finn no la culpaba. Marshall tuvo que ponerse una camisa de cuadros rojos y negros algo desabrochada, dándole un toque sensual a su abdomen. Era el típico chico malo que haría enloquecer a cualquier chica, y como lo predijo; incluso a Bonnibel.
Contenta de que tuviera a sus amigos sanos y salvos después de desaparecer tan tarde la noche anterior y de recibir a un muy guapo y muy sexi invitado, les dio de nuevo chocolate caliente, Finn y Jake lo aceptaron gustosos, pero Marshall tuvo que rechazarlo.
-¿Seguro que no quieres nada?- pregunto la princesa, algo insistente.
-No, gracias, Cara de chicle- respondió Marshall sentado en el sillón muy cómodamente de la sala en donde Finn y Jake habían estado la noche anterior.
A Finn le sorprendía que Bonnibel no se defendiera como otras veces lo hacía. Con Marceline había discusiones después de que La Reina de los Vampiros le decía algún apodo, pero ese chico debía ser realmente seductor para el ojo femenino. Lo suficiente como para poner a sus pies a la Dulce Princesa, pero él simplemente le estaba tomando el pelo, pues no hacía más que soltar comentarios sarcásticos my algunas notas de burla para el lugar donde se encontraban.
-Y ¿Por qué me trajiste aquí?- preguntó Marshall, ya instalado y viendo como la Princesa se sentaba a su lado.
-Bueno, es que es el único lugar al que Marceline no vendría si no se lo pidieracontestó el humano.
-Bueno, sí que debe ser algo importante acerca de Marceline como para que no quisieran que ella oyera, Todo esto parece un complot en su contra- dijo Marshall divertido- Bueno, díganme ¿Qué quieren?-
Finn y Jake se miraron, dudando por un segundo si decirle o no, pero cuando ambos le asintieron al otro supieron que no había marcha atrás, pero tal y como habían pensado antes: una gran y enorme fuente de información estaba sentada enfrente de ellos. Finn suspiró y tomó su mochila, buscando el diario.
-Veras,- comenzó Finn, aun buscando el libro-ayer Marceline nos pidió que cuidáramos su casa porque sin querer le hicimos romper su amplificador. Mientras ella iba por uno nuevo nosotros nos quedamos ahí, sin querer tiré esto- dijo, dejando ver el diario. Bonnibel solo bajó la cabeza aun apenada de que sus amigos le robaran su diario a Marceline y Marshall amplió los ojos. Le robaron el diario a La Reina de los Vampiros, eso era valor, realmente mucho valor.- Y sin querer tiré esto-
El humano le tendió el diario y Marshall lo tomó. Lo abrió como si no le importara que Marceline pudiera matarlo y comenzó a hojear las páginas, sintiendo una gran tristeza y nostalgia de cuando la sangre aun corría por sus venas. Soltó un suspiro cuando tomó la foto metida entre las hojas de Marceline, y admiró después de tantos años su belleza humana…y lo que más captaba la atención: sus ojos azul celeste.
-Leímos gran parte del diario- confesó Finn algo apenado, y Finn desvió la mirada igual- Sentimos una gran confusión de cómo paso todo esto, sobre todo porque se mencionan nuestros nombres ahí y…-
-Finn y Jake ¿me equivoco?- dijo Marshall enarcando una ceja y volteando a mirar fijamente a los dos hermanos, quienes quedaron deslumbrados por la sonrisa apacible del vampiro.- Eres tal y como recuerdo, pero en ese entonces eras más grande y alto-
Finn frunció el ceño confundido.
-¿De qué hablas?- preguntó y Jake le secundo para mirarlo algo curioso. Marshall amplió su sonrisa.
-¿Qué tanto saben?- preguntó el joven.
-No mucho- respondió Jake- Solo que los vampiros se dividieron por causa de la Guerra de los Champiñones, y que tú y Marceline fueron los que iniciaron esa línea. La que estaba del lado de los humanos y la que estaba del lado de las criaturas mágicas de Ooo-
-Muy listo, Jake- rió un poco Marshall- Pero aunque Marceline y yo estuvimos en la misma guerra, las cosas iniciaron y terminaron diferente para ambos-
-¿Quieres decir que…no estuvieron juntos en la guerra al final?- preguntó Finn.
-No- contestó Marshall- Marceline y yo peleamos por un mismo objetivo…pero perdimos a personas diferentes, y eso hizo que tomáramos rumbos distintos.
-No te entiendo- dijo Finn, sinceramente y con principios de jaqueca.
Marshall flotó hasta él y lo encaró muy de cerca, sorprendiendo un poco al humano, al perro y a la princesa.
-Definitivamente eres el mismo- dijo Marshall, intentando encontrar alguna diferencia entre el Finn que estaba ahí y el Finn de hace años.- Tienes los ojos muy, muy azules. Me recuerdas a Marceline…y a Fionna- Finn abrió los ojos sorprendidos. No pensó que sacaría a Fionna tan a la ligera, no después de lo que leyó en el diario de Marceline y toda la rebelión de hace tiempo…pero Marshall había dicho algo acerca de que perdieron personas para ellos… ¿Marshall perdió a Fionna? ¿Marceline lo perdió…a él? Marshall le dio la espalda y flotó, alejándose un poco de él. -¿Quieren que les cuente lo que pasó?- preguntó con cierta burla.
-¡Claro!- dijo Finn, casi gritando.
Marshall sonrió para sí mismo, de verdad que no había nada de cambios en ese chico. Marceline se lo dijo:
"Finn es necio, pero valiente. Si muere y vuelve a renacer será el mismo, te lo aseguro."
Se dio la vuelta, y se encaró con esos ojos azules que mostraban confusión, anhelo y curiosidad.
"Permítanme iniciar con el 7 de Diciembre de 1990…
Ese día, Marceline me hecho todo un rollo del por qué le había ocultado de que éramos vampiros, estaba enojada, sin embargo decidió que seguiríamos siendo compañeros en nuestro crimen. En ese momento no solo debíamos hacer todo para evitar casarnos, sino que también deberíamos encontrar una manera de ganar ventaja en esa guerra lo más que se pudiera, sobre todo para salvar los vínculos que habíamos hecho con los humanos. Entre ellos estaban Finn y Fionna.
Ese día avanzamos más de lo que nuestros jóvenes cuerpos humanos pudieron, y lo primero fue avisar a Finn y a Jake en el cultivo de calabazas.
Ese día me demostró algo ese chico:
Cuando Marceline le contó lo que éramos, pensé que reaccionaría con indiferencia, incluso miedo y que se alejaría de Marceline, no fue difícil saber que ella temía por lo mismo. Pero el corazón de ese chico y su perro eran tan grandes que le dijo que contará con ellos, y que pelearían para salvar lo que era suyo.
Pronto el rumor se expandió por toda esa zona, y luego nos dio tiempo de avisar a dos más, que nos dijeron donde se encontraban ocultos algunos vampiros.
Marceline se anunció como la oficial reina de los vampiros, y convocó a muchos a pelear del lado de los humanos, la mayoría de los vampiros que se fueron con ella se debieron a que querían salvar esos vínculos, como nosotros….otros sin más nos dieron la espalda.
Con la expansión de la noticia en esas zonas, bastó para que otros se enteraran y más números de vampiros y humanos se nos unieran, pero…no contábamos en que la rebelión causada por nosotros llegaría a oídos del Rey de los Vampiros.
Ese día, desgraciadamente, ya no pude ver a Fionna, pero me inquietaba tanto que, incluso son el cielo cayéndose con la lluvia, salí por la noche para avisarle a Fionna…o eso pretendía. Me detuve en la puerta cuando oí una conversación en la sala, y me pegué a la pared para escuchar mejor.
Mi padre y el padre de Marceline hablaban en susurros, pero pude escuchar lo suficiente.
-Nos están dando en el blanco- oí que decía papá.
- Lo sé, pero no puedo tomar esa solución ante ello. Ella es mi hija- oí que decía el señor Ababeer, con un poco de desesperación en su voz.
-Sé que es tu hija. Igual Marshall es mi hijo, pero, tan solo en un día han logrado decirle a los humanos y estos se están preparando, por no decir que ahora La Princesa ya tiene a la mitad de nosotros con ella….y todo esto ¡en un día!- protestó mi padre.
-¿¡Y qué sugieres que hagamos!- soltó el Señor Lee.
-Debemos transformarla ya en vampiro- dijo mi papá. No sonó como una sugerencia, si no como un plan que era más que necesario.
Se me heló el cuerpo. ¿Iban a morder a Marceline ya? ¿En qué demonios estaban pensando?
Pues sí que mi padre era despiadado. Con Marceline retorciéndose de dolor los últimos días y con la debilidad de los humanos sin ningún don…no nos beneficiaría en nada…incluso Marceline podría dar marcha atrás…eso era lo que querían.
-¡ESO JAMÁS!- oí explotar al señor Abadeer.
-¡No hay otra alternativa!- soltó papá- Si la transformamos en vampiro ya pensará las cosas con más claridad, se dará cuenta de que está de nuestro lado por el simple hecho de ser de nuestra especie ¡Entiéndelo!-
-No voy a transforma a mi hija- dijo el señor Abadeer, entre dientes.- No tengo corazón para ello ¡Y tú tampoco! ¡Imagínate transformar a Marshall en este momento!-
-¡Él está preparado!- reclamó mi padre- ¡Pero no va a ser transformado en estos momentos, no es su destino! ¡Tú bien lo sabes!-
-Sí, pero yo tengo corazón como para quitarle el alma a mi hija- respondió su padre, algo triste.
-No tienes que hacerlo-dijo mi padre- Yo lo haré por ti, si prometes que tú morderás a mi hijo-Yo amplié los ojos y me helé por completo. Sabía lo que mi padre le estaba pidiendo a él, y lo que él le estaba pidiendo a mi padre.
-Yo tampoco tengo el corazón para infectar mi propia sangre-
-¡Y yo no voy a permitir que le hagan esto a Marceline!- dije, saliendo de mi escondite.
Tuve mucho valor para enfrentarme de cara a ellos, pero fue muy estúpido porque no pensé en que un humano como yo, en ese entonces, no podría contra dos de los vampiros más fuertes en Ooo.
Mi padre y el padre de Marceline se levantaron de los sillones con cuidado, sorprendidos de mi valor y mi ceño fruncido, me miraron con miedo, como si me tratase de un oso que no debía captar sus movimientos para no ser devorados, pero era miedo de egoísmo. Sabían que yo no me quedaría callado, y tan pronto como le dijera a Marceline correríamos para evitar nuestro destino.
-Marshall, tómatelo con calma- me dijo papá, extendiendo los brazos hacia mí, pero yo retrocedí.
-No, no lo voy a permitir- negué con la cabeza, sin apartar la mirada de ellos, alerta a cualquier movimiento brusco.
-Marshall, es por su bien- dijo el padre de Marceline. Miré de reojo una espada que estaba en una de las armaduras de adorno de la sala, mientras los ojos de ambos hombres se volvían más intensos.
-No, me llevaré a Marceline…- dije, preparándome para hacer lo más loco de mi vida- ¡NO DEJARÉ QUE LA CONVIERTAS!- le grité a papá, y tomé una de las mantas del sofá y se las aventé a la cara.
Rápidamente, mientras se la quitaban, me abalancé sobre la espada y corrí escaleras arriba, Me llevaría a Marceline a jalones si era necesario, pero para salir necesitaba algo como arma para abrirme el paso. Me dio tiempo suficiente para correr algunos escalones arriba.
-¡Detenlo!- oí que gritaba alguien, luego de eso un golpe seco se oyó detrás de mí y algo me tomó del tobillo. Caí de cara a los escalones, pero me reincorporé y miré hacia atrás. Era el padre de Marceline quien me detenía y tiraba de mi tobillo para agarrarme más firmemente.
-¡MUERDELA! ¡HAZLO AHORA!- le gritó a mi padre, este, no sé cómo llegó arriba tan pronto y sin que me diera cuenta, ya estaba en la cima de los escalones y el cuarto de Marceline estaba a cuatro metros.
-¡NO!- grité, y recordé la espada que llevaba. Con ella me giré al padre de Marceline y le hice un corte en la mano que le hizo soltarme. Soltó un alarido y me paré tan rápido para correr de nuevo y detener a mi padre.
Este ya estaba al pie de la puerta de Marceline, giró la perilla rápidamente y sin llamar o algo abrió violentamente la puerta. Llegué a tiempo para ver cómo Marceline se levantaba de su escritorio y detenía lo que estaba haciendo…creo que estaba escribiendo algo."
-¿Te refieres al diario?- preguntó Finn, interrumpiéndolo.
-Supongo- dijo vio las hojas de la libreta, hasta que se topó con el día que Marceline escribió sin concluir, donde estaban las manchas de "tinta roja", que al final, como dijo Jake, eran sangre. Pasó sus dedos por las manchas y le llegó un olor dulce…después de todo ese era su alimento en ese momento.
-Eso explica las manchas en el diario- dijo Jake.
-Fue todo un baño de sangre- susurró Marshall y continuó:
"Marceline se puso de pie, confundida por la reacción violenta de todos nosotros.
-¿Qué pasa?...-preguntó sin saber nada.
-¡Marceline!- grité, mientras llegaba a la habitación- ¡Huye! ¡Quieren morderte!-
Ella amplió los ojos y luego miró a mi padre, quien tenía una expresión salvaje y sanguinaria. Papá se abalanzó sobre ella, pero yo fui más rápido y le bloqueé el paso, usando la espada como arma y mi cuerpo como escudo.
Ambos caímos al suelo y empujamos a Marceline sin querer al escritorio.
Papá me tenía acorralado, y me empujaba la espada, tratando de quitármela. Intenté con todas mis fuerzas no soltar el metal que ya empezaba a cortarme. Marceline nos miraba angustiada desde el escritorio, entonces supe que no saldría de ese estado si no estaba bajo presión. Así es como ella funciona.
-¡Maldita sea! ¿¡NO ESCUCHASTE!?- le grité, aun forcejeando contra mi padre- ¡VETE O TE VAN A COMER!-
Eso la hizo despertar, pero también dudar. Por un momento maldije que nos lleváramos tan bien ya en ese entonces. Corrió a la puerta, pero no fue para huir como le dije, sino para buscar ayuda para salvarme a mí…pero no salió a tiempo.
Su padre llegó y le bloqueó la entrada, su aspecto era igual de salvaje que el de mi padre. Ella retrocedió por instinto, ya no reconocía a su padre…ni yo al mío. Chocó nuevamente de espaldas al escritorio y se quedó ahí, paralizada por el miedo…quizá ella ya sabía lo que vendría a continuación. Inevitablemente.
Papá me ganó. Me quitó la espada, cortándome las palmas de las manos y la arrojó a lo lejos, luego a mí me tomó del cuello de la camisa y me arrojó hacia la pared. Oí que mi espalda crujía y luego me estampé contra el suelo.
El golpe fue tan que casi me deja inconsciente, pero aunque mi vista se nubló por un par de segundos logré oír todo.
-¡INMOVIZALO! ¡HAZLO PARA QUE LA PUEDA MORDER YA!- oí que mi padre gritaba.
De repente el papá de Marceline se montó en mí. Me dejó sin mover las piernas con su cuerpo y me sostuvo ambas muñecas…eso fue suficiente para despertarme y reaccionar. Me empecé a mover alocadamente, tratando de salvarme y de salvar a Marceline…pero fue en vano. Lo que vino a continuación no fue mejor, pero por un momento supe que ella era más temeraria de lo que suponía.
-¡Déjenlo!- la oí decir. Todos la miramos, y ella sostenía la espada frente a ella, pero temblaba de miedo ante ellos.- ¡Suelten a Marshall o… lo voy a herir con esto!-
-Marceline…-intentó calmarla su padre.
-¡No!- gritó ella- ¡No dejaré que le hagan daño!-
-Marceline…- se oyó una voz femenina al pie de la puerta.
Todos volteamos a ver y era su madre…quien la miraba con lágrimas en los ojos y con cierta desesperación.
Si yo pude sentir la tristeza de esa mujer…no quiero ni imaginar lo que Marceline habrá sentido. ¿Dolor? ¿Tristeza tal vez? ¿Ambas?
Incluso ahora, aun se me hace muy difícil saber o lograra interpretar la expresión de ambas mujeres…pero el dolor de su mamá, de ver a través de ella lo mucho que iban a sufrir los humanos de ese entonces hacia adelante…la distrajo lo suficiente.
-¡AHORA!- gritó el padre de Marceline.
Papá le quitó la espada de una patada y se abalanzó sobre ella…
-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!- grité, mientras la señora dejaba salir un sollozo.
Solo vi que parte de la sangre cayó sobre el escritorio, luego mi papá cayó encima de Marceline a su cama…hincándole los colmillos a su cuello.
Marceline gritaba con fuerza mientras mi papá parecía devorarla, pataleaba y demás, pero mi papá le tapó la boca con una mano, pesé a ello Marceline no dejo de forcejear. Su camisón blanco quedo manchado de su propia sangre, al igual que las sábanas color crema.
Papá no se podía detener, literalmente…porque cuando nosotros bebemos de la sangre humana no será suficiente para nosotros hasta que la hayamos sacado toda del cuerpo. Eso le pasó a mi papá, la sangre de Marceline era un manjar para él, y pasó de solo morderla a succionarla.
-¡BASTA! ¡LA ESTAS MATANDO!- gritó su padre. El señor estaba pendiente y se distrajo, lo suficiente como para que me zafara de él de una patada y me reincorporará.
Corrí hasta ellos y empujé a mi padre, interrumpiendo ese ritual llamado cena…pero fue demasiado tarde.
Marceline ya no estaba cuerda, se retorcía y gritaba de dolor. Fue una escena terrible porque ella estaba cubierta de sangre, de la mordida no le paraba se sangrar y su mirada era enloquecedora, cuando un demonio posee a alguien.
-Agárrala- me dijo su mamá- El veneno está ahora esparciéndose por su sangre-
No me quedó más que obedecer. Fueron minutos muy duros para ella. Era tanto su dolor que terminó de rodillas en la cama, sujetándose con fuerza de mi camisa y tirando de ella, mientras respiraba agitadamente y yacía de manera cabizbaja. Yo dejé que se apoyará en mí…ya no había nada que hacer…estaba transformándose en vampiresa.
Luego de unos segundos aflojó su agarré y me miró con una debilidad que jamás vi en una persona.

-Finn…-murmuró débilmente, y luego se desplomó en su cama.



Ya sabeis, el proximo domingo la siguiente parte!!

Creditos a DN164  ;)

2 comentarios:

  1. Me encanta el fan fic! Siempre lo leo, estoy deseando que pongas la siguiente parte!

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